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Benditos problemas

 Benditos todos aquellos problemas que nos hacen mejores personas.

Por humanidad nos quejamos en medio de la adversidad. No sé en que momento de la existencia nos pusieron un chip y una creencia que estar en una situación difícil es aterrador. Obviamente nadie quiere sufrir, no queremos que nos duela nada; y es muy fácil escribirlo aquí en este blog, pero sé que vivirlo es totalmente diferente.

Sin embargo, debemos reconocer esos momentos de ansiedad como aliados en nuestro proceso humano. Como líderes, tenemos que estar dispuestos a accionar en cada paso y a reaccionar adecuadamente. Porque déjame decirte que en las reacciones es que nos conocemos. Tú puedes accionar excelente, hacer lo que debes hacer todos los días, tener los hábitos adecuados y sonreír siempre; pero realmente se nos conoce en cómo reaccionamos ante las situaciones adversas. 

Si vas en medio de la calle y alguien no te saluda, una persona te habla mal, te tropiezas con una piedra, se te queda el trabajo de la universidad, entre otras situaciones, ¿Cómo reaccionas? ¿Te enojas, gritas, peleas, lloras o que haces? Allí es donde reconocemos nuestra verdadera esencia. Pero no es para juzgarnos, cada una de esas situaciones y reacciones, nos ayudan a mejorar, a convertirnos en líderes impecables e influyentes de manera positiva. 

Te podrás estar preguntando: ¿pero por qué habla de liderazgo? 

Porque todos somos lideres donde sea que nos encontremos, sin importar el puesto, ni el lugar, ni la posición. Tu lideras quieras o no. Una mamá lidera el comportamiento de sus hijos y de su casa, pero para lograrlo y hacerlo de manera excelente, debe liderarse primero a ella. Liderar sus reacciones, el cómo se habla, se cuida y se ama ella misma. Y claro, una mamá se levanta cada día y tiene una reacción inadecuada, se frustra, llora, se arrepiente y se culpa; y se convierte en un círculo vicioso que la lleva a apagarse lentamente. Cada una de esas situaciones difíciles, son una oportunidad más para mejorar, para cambiar, para revisar en qué estás fallando. 

La muerte de mi hija quizá en algún momento la vi como una prueba tortuosa, una carga pesada llena de culpa y dolor; y terminó siendo la mayor enseñanza de mi vida, el momento que más aprendizaje me dejó, las lagrimas que más hicieron que brillara mi sonrisa. Hoy soy una mujer que reconforta a otras, somos una familia que inspira a otras, soy una mamá que enseña a otras. Hoy soy una mejor persona gracias a eso que viví. 

Pasar por una familia disfuncional, por maltrato infantil, ser madre a temprana edad, tener que vivir humillación por parte de mi padre y de mi suegra, soportar y perdonar infidelidades, tener una hija con parálisis cerebral, renunciar a mis sueños. Todo eso me ha formado como la mujer que soy hoy. Y te lo escribo no porque quiera ser víctima, sé que hay personas que han pasado momentos más díficiles y dolorosos que los míos, pero quiero que los conozcas para que sepas que mi plenitud, mi tranquilidad y felicidad están allí no porque no haya vivido momentos duros, ni porque sea súper poderosa y todo lo haya solucionado rápido; están allí porque a pesar de lo que pueda vivirse, insisto en brindarme lo mejor y dar lo mejor de mi; y de cada una de esas situaciones, he sacado mi mejor versión y la seguiré sacando con los retos que vienen.

GRACIAS GRACIAS GRACIAS DIOS PORQUE LOS RETOS QUE HAS PUESTO EN MI CAMINO SIEMPRE SON LOS CORRECTOS PARA CUMPLIR TÚ PROPÓSITO EN MI VIDA.


Alexandra Gómez S.

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