La relación entre padres e hijos es una relación de amores y de odios.
Amas tanto, un amor que llega hasta los huesos, un amor indescriptible. Quien no tiene hijos no sabe lo que eso significa.
¿Pero qué pasa los días en que quieres estar sola, tranquila, no escuchar ruido, no quieres ver a nadie pero hay un ser humano que depende de ti, de lo que tu hagas o dejes de hacer? Es agotador.
Quieres desaparecer o desaparecerlos. No quieres hablar y debes hacerlo, no quieres ni respirar y debes hacerlo. No quieres cocinar, ni lavar, ni siquiera quieres bañarte; pero eres el adulto responsable aunque no lo creas ni quieras.
¿Y qué pasa cuando crecen? Hijo pequeño es un lío pequeño; pero hijo grande es un dilema enorme.
Luchas con su personalidad, debes entender que no te aman como tu los amas a ellos, que te van a despreciar, humillar, herir, te van a dejar, van a preferir a sus amigos y a sus novi@s.
Por tal razón, fomentar la comunicación es una manera estratégica de poder decir lo que piensas y sientes, obvio que como padre tu también hieres, lastimas, gritas, te desahogas con tus hijos muchas veces, los menos culpables de tus decisiones; de tus frustraciones y dolores. Se crea una brecha entre el amor y el odio que debe ser tratada y mejorada con el tiempo, día a día.
Lo mejor que podemos hacer es ser felices nosotros mismos. Crecer como seres humanos, como personas, dedicarnos a lo que amamos y nos apasiona para no sacar todo nuestro veneno con quienes nos rodean y quienes nos aman.
Los niños cuando están pequeños pueden ver y sentir muchos desprecios, y aún así están siempre para ti, pero se crea un vacío enorme y dolores profundos en el alma difíciles de sanar.
Muchos padres exigimos respeto y amor a cambio de todos los "sacrificios" que hacemos. Déjame decirte que esos esfuerzos eran una obligación por traer una vida al mundo que nunca te pidió hacerlo. Es tu total y absoluta responsabilidad darles lo mejor aunque al final de la vida no correspondan a ese amor.
Deja de sentirte víctima; y si ya la cagaste con ellos, pues empieza a remendar esos errores trabajando en ti y en tus traumas; y ayudándoles a ellos a sanar las que tú les creaste en su interior.
Alexandra Gómez S.
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