¿Crees que el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas existía de verdad?
Yo definitivamente no lo creo.
El conejo caminaba como un pequeño loco de un lado a otro, desde que salía el sol hasta que se ponía en la tarde. Tenía siempre un reloj en la mano, de esos antiguos con una pequeña cadena que lo ataba al pantalón. Todo el tiempo tenía prisa, sus respuestas eran incoherentes y juzgaba a Alicia sin corazón. Sin embargo, ella lo seguía por todo el bosque buscando aprobación y comprensión; y quien la amara de verdad para llenar el vacío que la invadía, siendo permisiva ante las descorazonadas frases de los locos que la rodeaban; y tragando entero el pedazo de pastel que le brindaba el bajo y absurdo mundo de las maravillas.
No es justa la manera de perseguir a ese conejo blanco y permitimos que nos invada la duda de lo que realmente valemos. Que locos son nuestros pensamientos, que absurdo vivir persiguiéndolos. Cuan engañados permanecemos. ¿Vale tanto la pena el daño que nos hacemos? Nos engañan con ese disfraz blanco e inofensivo, nos van destruyendo poco a poco. ¿Quién tiene el control de ese conejo blanco? ¿A quién le preguntamos? ¿Quién podrá salvarnos? ¡Nadie! Soy el único creador de mi propia realidad, soy la única persona capaz de disolver los malos pensamientos y convertirlos en motor. No necesitamos aprobación, solo necesitamos seguridad.
El horizonte por eso se ve tan lejos e inalcanzable, porque lo nublan los pensamientos, en ocasiones se despeja un poco de la niebla que le imponemos; pero un pequeño desanimo hace que aparezca de nuevo obstaculizando el camino y haciendo el día a día más lento. Alicia caminaba prácticamente en círculos, no sabía para donde iba. Se paraba a observar y no había lógica en todo lo que estaba viviendo, pero aún así normalizó lo que sentía y continuaba a pesar de no encontrar razón alguna. El conejo aparecía y desaparecía cuando quería; el sombrerero divagaba y la engañaba con chistes sin fin; creció, se encogió, lloró, rió, bailó, hasta que por fin aprendió y entendió, que todo era un sueño del cual podía despertar y empezar una vida con más coherencia y satisfacción.
Es importante siempre preguntarnos: ¿Cuál es mi conejo blanco? Que debo sacar de mi vida para poder vivir en equilibrio? Deshazte de ese peludo pensamiento y empieza a vivir la vida que realmente deseas.
Con amor,
Alexa Gómez.
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