Continuar sin temor ni remordimiento, saber que todo pasa. Mirar atrás y descubrir que sufrí por decisión propia. Me esforcé demasiado pensando en como obrar para estar bien y me desgasté sin razón, sin actuar, sin dar los pasos necesarios. Es como querer que el barco avance hacia el océano pero sin levar el ancla de la orilla. Sin soltar la cuerda que te ata al pasado es imposible de lograr.
No comprendí mi dolor a profundidad, me lastimé y critiqué cuando debía tener compasión de mi proceso, tampoco tuve curiosidad de mis emociones, simplemente me dejé arrastrar por ellas. Hoy que tengo un poco más de consciencia hacia la vida, agradezco por las lagrimas que derramé, porque cada una de ellas llegó a limpiar aquello que necesitaba sanar, ellas y Julieta se llevaron una Alexa cargada de frustración y angustia, limpiaron a una mujer que le entregaba sus "fracasos" a la vida y a las circunstancias, o a otras personas.
Por fin entendí que la solución está en mis manos y que las respuestas a mis súplicas están en mi corazón, que el trabajo está en mi mente. Estoy en la capacidad y en el derecho de decidir lo que quiero y a dar el primer paso para llegar a ese destino.
Durante este tiempo he aprendido a caminar sin afán pero sin pausa, a encontrar motivos para sonreír , a ver milagros en cualquier lugar y persona, ahora sé que puedo fallar y empezar de nuevo si es necesario, es volver a intentarlo.
Hoy me gozo cada uno de mis procesos, sin remordimiento, tampoco con falsas expectativas, solo camino hacia donde quiero ir, mirando en cada circunstancia todo lo que necesito aprender, viendo en cada persona un maestro y en cada rayo de sol, una oportunidad para llenarme de luz y poder iluminar a quienes me rodean, así solo sea al brindarles una sonrisa.
Alexa Gómez
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