Miro a través de esos hermosos ojos azules de la princesa Diana de Gales y veo dulzura, amor y compasión; pero al mismo tiempo extraigo de ellos tristeza, dolor, frustración, compasión y cero amor propio.
En mi caso, crecí creyendo que los hombres son malos, mujeriegos, sagaces. Mi madre me inculcó siempre que los malos son ellos, que nosotras somos perfectas y que nos lastiman sin motivo alguno, que tienen otras mujeres y que no les importan sus hijos; un vivo ejemplo de ello es la historia de cuento de hadas de la princesa Diana y el príncipe Carlos, que siempre mi mamá traía a colación para contarnos que el era el malvado, el adultero, la mala persona, igual que mi padre; y si lo miras superficialmente, así era.
Pero... ¿Qué hay detrás de la historia de Leidy Di? Ella no era perfecta, ninguna de nosotras lo es, debemos dejar de hacernos las víctimas en un cuento donde los personajes siempre son dos, en la vida hay dos lados de la moneda. Si el príncipe Carlos amaba a otra mujer y aún así se casó con Diana Spencer, fue una mala decisión; pero si ella sabía lo que pasaba y a pesar de todo se casó con el, la peor decisión allí fue la de ella.
¿Qué esperaba? ¿Qué él de la noche a la mañana empezara amarla? Pues el mundo real es diferente, y aunque hay excepciones en gris, siempre o es blanco o es negro... si te aman, te aman, si no, pues no.
Si miramos el otro lado de la historia, donde nos encontramos con una mujer insegura, que vomitaba todo el tiempo, que no pedía ayuda, se amedrentaba, gritaba, lloraba y hacía show de celos, vemos una triste situación que llevó ese matrimonio a su fin.
Dejémonos de bobadas y admitamos que lo que allí más faltó fue amor propio, igual que nos falta a nosotros muchas veces, y aunque siempre no lo dicen, debemos repetirlo a diario para terminar creyendo algo que es verdad. Alguna persona te dice que luces hermosa y tu solo estás analizando el pedacito de uña que se despintó y te frustras por eso.
Ver y leer la vida de aquella mujer que mi madre tanto admiraba, me hizo sentir triste, realmente sentía quererla aún sin conocerla, ya no la admiro, me dejó la sensación de nunca querer pertenecer a la realeza.
Dejemos de suponer que otros son mejores que nosotros, seguramente en muchos aspectos si lo son, pero si volteas la historia, en otras áreas, esa persona piensa lo mismo de ti o de otros, porque cada uno es fuerte en sus propios medios y la vida que le tocó vivir, cada uno de nosotros tiene sus fortalezas y debilidades.
Párese, arriésguese, deje de solo meditar y actúe... la verdad soy una hipócrita al escribir eso, cuando yo en muchas ocasiones no he sido capaz de seguir luchando por mis sueños. Pero no mire mi historia ni se detenga a observarla, solo pare un segundo, haga un breve recuento de lo que ha sido su vida y continue.
No anheles ser como Leidy Di, ni quieras ser como Carolina Herrera, no desees ser una Kardashian, eres tu y no hay forma de cambiarlo, solo puedes cambiar tu realidad amándote.
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